Miro mi reloj y, además de la hora, entre otras cosas, veo cuántos pasos he recorrido hoy (algo menos que ayer; tengo que superarlos), cuál ha sido mi ritmo cardíaco y cuántas calorías gastadas (todavía pocas, teniendo en cuenta las descomunales comidas navideñas que he compartido) y a cuánto estoy de mi meta.
Un diminuto sensor incorporado en un smartwatch, una pulsera, unas gafas, en una camiseta o zapatillas nos facilita el control diario para mejorar nuestra salud, nuestro rendimiento físico y nuestra vida en general.
Son los wearables, movidos por una tecnología que se está integrando cada vez más en nuestro día a día. Solo en España, el último informe de Telefónica estima unas ventas de más de 250 millones de euros para 2017. Según las previsiones de la consultora Juniper Research, para ese mismo año habrá más de cien millones de dispositivos conectados que generarán una valiosa información.
Hasta no hace mucho han estado más relacionados con los ámbitos de la salud y el deporte. Sin embargo, ya se aplican en otros como el laboral y el de los negocios. En el trabajo, su uso optimiza el aprovechamiento del tiempo y por tanto favorece una mayor eficacia; la productividad se incrementa un 8,5% y la satisfacción profesional un 3,5%, según constata un estudio elaborado por Goldsmiths-Universidad de Londres.
En los negocios, los wearables aportan una gran ventaja competitiva. Su conectividad permanente genera una valiosa fuente de información sobre las personas: desde su posición geográfica hasta sus hábitos, su estado físico e incluso sus ánimos emocionales. Con estos datos, las compañías,al conocer mejor la realidad de sus clientes, pueden afinar sus estrategias de marketing y dirigirse a ellos de manera personalizada en función de sus intereses.
A partir del aprovechamiento de los wearables, las marcas mejoran la experiencia de compra, incentivan los programas de fidelización y fomentan las ventas, lo cual se traduce en rentabilidad e incide en su supervivencia en el mercado. Además, ambas partes, marca y usuario, resultan beneficiadas: la primera perfecciona su estrategia de marketing para ofrecerle valor con el fin de que éste reciba justamente lo que necesite en el momento preciso.
Los wearables también han venido a revolucionar al sistema tradicional de pagos y por tanto al sector financiero, que ha comenzado así su camino hacia lo digital. De hecho, ya hay tecnologías que sincronizan las tarjetas de crédito con el dispositivo, lo que lo convierte en una especie de monedero virtual con el que el usuario puede efectuar pagos o comprobar en cualquier momento el estado de su saldo.
En definitiva, al tiempo que esta tecnología facilita la de vida del usuario, aportándole una mayor calidad, abre nuevas oportunidades a las marcas. Las nuevas tecnologías constituyen un motor que impulsa el desarrollo de la sociedad.
Un diminuto sensor incorporado en un smartwatch, una pulsera, unas gafas, en una camiseta o zapatillas nos facilita el control diario para mejorar nuestra salud, nuestro rendimiento físico y nuestra vida en general.
Son los wearables, movidos por una tecnología que se está integrando cada vez más en nuestro día a día. Solo en España, el último informe de Telefónica estima unas ventas de más de 250 millones de euros para 2017. Según las previsiones de la consultora Juniper Research, para ese mismo año habrá más de cien millones de dispositivos conectados que generarán una valiosa información.
Hasta no hace mucho han estado más relacionados con los ámbitos de la salud y el deporte. Sin embargo, ya se aplican en otros como el laboral y el de los negocios. En el trabajo, su uso optimiza el aprovechamiento del tiempo y por tanto favorece una mayor eficacia; la productividad se incrementa un 8,5% y la satisfacción profesional un 3,5%, según constata un estudio elaborado por Goldsmiths-Universidad de Londres.
En los negocios, los wearables aportan una gran ventaja competitiva. Su conectividad permanente genera una valiosa fuente de información sobre las personas: desde su posición geográfica hasta sus hábitos, su estado físico e incluso sus ánimos emocionales. Con estos datos, las compañías,al conocer mejor la realidad de sus clientes, pueden afinar sus estrategias de marketing y dirigirse a ellos de manera personalizada en función de sus intereses.
A partir del aprovechamiento de los wearables, las marcas mejoran la experiencia de compra, incentivan los programas de fidelización y fomentan las ventas, lo cual se traduce en rentabilidad e incide en su supervivencia en el mercado. Además, ambas partes, marca y usuario, resultan beneficiadas: la primera perfecciona su estrategia de marketing para ofrecerle valor con el fin de que éste reciba justamente lo que necesite en el momento preciso.
Los wearables también han venido a revolucionar al sistema tradicional de pagos y por tanto al sector financiero, que ha comenzado así su camino hacia lo digital. De hecho, ya hay tecnologías que sincronizan las tarjetas de crédito con el dispositivo, lo que lo convierte en una especie de monedero virtual con el que el usuario puede efectuar pagos o comprobar en cualquier momento el estado de su saldo.
En definitiva, al tiempo que esta tecnología facilita la de vida del usuario, aportándole una mayor calidad, abre nuevas oportunidades a las marcas. Las nuevas tecnologías constituyen un motor que impulsa el desarrollo de la sociedad.